Constantemente decimos o escuchamos a las personas decir lo siguiente: “Tengo la libertad de hacer lo que yo quiera, cuando quiera, con quien quiera, y nadie me puede decir qué hacer o qué no hacer… siempre y cuando no le haga daño a nadie”. Pero, ¿y si la vida no funciona de esa manera? ¿Qué pasa si yo no puedo hacer lo que está bien a mis propios ojos sin llegar a lastimar a alguien?