Hay una enfermedad interna que comienza con pequeños síntomas de orgullo. Parecen inofensivos… hasta que el gran golpe llega, y las consecuencias se vuelven catastróficas. La solución no está en aparentar modestia, sino en aceptar algo que el ego jamás podrá fabricar. Y tú… ¿alguna vez has pensado qué pasará si la vida decide humillarte antes de que aprendas a serlo tú mismo?