¿Y si el problema no es tu falta de fe sino tu falta de espacio para Dios?
No se trata de ser “súper espiritual” ni de impresionar a Dios con rituales perfectos. Se trata de hacerle lugar, aquí y ahora, en lo más cotidiano.
¿Listo para descubrir cómo unas simples disciplinas pueden abrir la puerta a una vida más llena de plenitud?