Para poder demostrar quién era Jesús, él hizo varios milagros – a los que el apóstol Juan se refería como “señales”. La primera de esas señales ocurrió en una ocasión de mucha alegría donde Jesús convirtió el agua en vino. La segunda señal fue en medio de una circunstancia desoladora en la que un padre le pide desesperadamente a Jesús que sane a su hijo que estaba muriendo.