Justo afuera de Jerusalén, Jesús hizo un milagro que cambió la vida de un hombre para siempre. Por 38 años, este hombre no podía caminar. Pero cuando Jesús dijo, “Levántate”, él sanó. Sin embargo, lo que Jesús dijo después, es lo que hizo que este milagro fuera una señal clara de quién era Jesús.